lunes, 16 de abril de 2012

poesías 5



                        En cierta extinción del tiempo         
hallé a alguien degollada
aquí, sobre mi regazo
tenía un surco profundo en su brillosa mirada
la sangre le quedó tendida como red de araña sobre el rostro
y debió gritar, por la expresión de sus manos,
mas me dolió que ella incitara
a un cálido beso en la lívida contracción de su garganta
séame válido, por eso, aquí la nequicia de mi espíritu
que me ensañé con su postura de mártir
ya que entre sus brazos coloque mi cuerpo
he hice como si pintara sabores a miel
sobre un campo de cielo en cenizas
y enfilé alfileres sobre su frente
todos juntos brillaban como una aureola
mientras sobre mí se alzaba un vapor frío,
luego me sentí tentado
en dejar expuesto mi rostro
a su sangre ya negruzca adherida a su cabello
que lo besaba… lo besaba con furor,
al declinar en pesadumbre todo lo en ella sufrido
destrencé sus dedos de mi espacio inaudible
y mucho me temo que pronto llegaré a ese lamentable estado
así que, después de haberle cosido la herida
y lavarle sus hombros, le pido
tenga conmigo la gentileza de
con sus uñas de viento azul 
escribir acrósticos húmedos en mis labios



Ahora estoy en el sereno desconcierto
con la hermosa sinfonía de tu ser en mi mente
ahora estoy contigo, en este recuerdo
y vuelo de tu mano sobre floraciones de amapolas
a los días de mi desidia vienes como luz nueva
quédate junto a mi aunque sea un breve instante
como aquel abrazo tuyo que me envolvió en una suave alegría
ven acá por un ligero movimiento del sueño aunque sea
es por ti que me embarqué en serenatas de violines y flautas
y en la lluvia de tu semblante mojado y radiante
navego como en azules mantos y celestiales cantos
para ti son estos arpegios de mi mente
y dejo fluir de mi alma este ligero soneto de luz tenue




Preguntáronme, en distante y agradable ocasión,
las orlas primaverales de tus vestidos taciturnos
que a dónde iba con tan elegante andar bajo esa lluvia?
respondí que por allí, a pisar las corolas y sus luces
a morir como un perro, en media vía, de costado
con el cabello sobre los pómulos y los párpados a medio cerrarse
y luego yacer, gracias a la caritativa mano de un disgustado transeúnte,
en una honda y sucia quebrada de los alrededores del día que termina;
y tú, mientras sobre el verde campo perfumado a brisas frescas
te sentabas un poco de lado, sonreías vivamente
y entre que te reías tiernamente
contemplabas la noche que tintineaba indistintamente
en diminutos destellos de plata, y sé que, de vez en cuando,
bajas tu mirada hacia donde me descompongo
bajo la música limpia y clara
que las moscas y mosquitos zumban sobre mis pensamientos



Un peso como de sepulcro
danza en la obscuridad
con el muerto latir de mi corazón





                                                                                                                              danhysick