Sobre la mesa
de autopsias
a la vida no
le da frío
y no le
importa que le miren desnuda
ni que le
desnuden de las entrañas
por eso
plácidamente quieta
permanece
mientras le hurgan sus noches
o la acomodan para poder
ver más allá
de lo que ni
ella misma pudo verse con sus espejos,
llegó aquí en
el balde de una camioneta
el forense al
descubrirle los pechos
dedujo -pero
solo para sus adentros, mirando de reojo
a ver si
alguien se ha fijado en su deducción-
que la carne
quebrada toma una hermosa forma
así como en
la sepultura a la flor le nace un nuevo encanto,
y dándose los
modos regresó a visitarla
cuando todos
se habían ido,
acomodó
en
los escombros
un
beso, luego otro
y
en la vorágine de su pálido sudor
el
formaldehido se acopló sin pudor
Me traes, en
los ojos,
toda la luz
de las estrellas que has visto hoy
suave, con
grácil y limpia habilidad
la pasas a
tus manos cálidas
y se la
entregas a las mías, tan frías
y olvidadas
en la mesa rota,
pero a un
descuido tuyo, tan nobles son tus atenciones conmigo,
las cucarachas, cogiendo lo que pueden,
han dejado
mis manos, otra vez, casi ensombrecidas;
ya trepan por
las vértebras de ese perro
que se ha
dormido con la cabeza botada hacia atrás
y se pierden
tras las paredes
haciéndolas
parecer una pantalla rota de lámpara;
que niña tan
sencilla
bota su rabia
y tristeza sobre la mesa rota
y estas caen
como anillos en mis dedos,
sacas de tu
voz la palabra que perfuma toda alma insípida
y me la
brindas con ese encanto que tiene
la calma de
tu cielo desnudo de estrellas, otra vez
ay amor!
si te dijera
que lo que yo tengo
es crónico
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